Durante la época estival todos queremos disfrutar de un bronceado ideal. Pese a ello, lo más importante es conseguirlo con la máxima prevención posible y sin olvidar que el sol nos ofrece unos beneficios incuestionables para nuestra salud.

Los beneficios del sol

La vitamina D pertenece al grupo de micronutrientes que se almacena en el tejido graso del cuerpo. Sus beneficios se centran en los huesos y los dientes, el sistema inmune y el nervioso. Los estudios que se han llevado a cabo hasta hoy demuestran que incrementa la fuerza muscular y reduce los síntomas de dolor derivados de la fatiga muscular. Además, también puede ayudar a problemas relacionados con una tensión arterial elevada.

La vitamina D también se relaciona con el sobrepeso, dado que evita la formación de grasa corporal. En este sentido, la vitamina D también ejerce una función positiva en la diabetes de tipos I y II, dado que son enfermedades que afectan a personas con carencia de este micronutriente.

Prevenciones

En términos generales, las mejores prevenciones son pasar tiempo a la sombra, utilizar gafas de sol y no olvidar que las prendas de vestir y los sombreros ayudan a evitar la incidencia directa. También tenemos que tener muy presente que el uso de cremas con filtros solares en todas las partes del cuerpo, especialmente las que quedan descubiertas, debería ser obligatorio a diario.

Respecto a los momentos de exponerse al sol, recomendamos evitarlo durante las horas centrales del día (de 10h a 16h), dado que se trata del momento en que los rayos UV son más fuertes. Además, el índice de rayos UV es un dato importante que puede ayudaros a planificar las actividades al aire libre: a partir de 3, son de riesgo elevado.

La crema solar es una de las protecciones más importantes, aunque nos encontremos bajo la sombra de pérgolas y toldos. El factor debe ser de, como mínimo, 30 y debe extenderse generosamente por todo el cuerpo y repetirse la aplicación cada 2 horas. Por su parte, el Factor de Protección Solar (SPF, por sus siglas en inglés) es importante en tanto que nos provee de rayos UVB, que son la principal causa de las quemaduras, aunque ninguno nos protege totalmente del sol. Las cremas protectoras óptimas son las que tienen un valor SPF de 50 o 100 y es fundamental tener presente que las que tienen un nivel por debajo de 15 solamente evitan las quemaduras, pero no ayudan a prevenir el cáncer de piel ni el envejecimiento prematuro.